Hoy os dejo un texto que os encantará «La mujer que no conocía Granada, ni su cuerpo» Os animo a que leáis la historia, os dejará claro lo importante que es nuestro propio autoconocimiento, sobre todo a nivel erótico. Si eres terapeuta, te resultará verdaderamente útil para trabajar con tus clientes, llévate el texto si quieres (pero lléva con él el nombre de su autora).
María vivía en Granada desde hacía 2 años. Había nacido en un pueblo cercano y allí encontró el trabajo de sus sueños. Estaba tan entregada a su tarea que apenas salía y nunca había dedicado si quiera un día a conocer y disfrutar su nueva ciudad.
Granada era simplemente el medio para conseguir su objetivo: convertirse en una gran arquitecta. Caminaba por sus calles pero no se detenía a observarlas, sabía que había plazas y murallas emblemáticas pero no tenía tiempo para visitarlas, había sitios desde dónde las vistas eran preciosas pero era necesario invertir mucho tiempo para llegar a ellos, también sabía que muy cerca tenía La Alhambra y, aunque la había visto desde lejos, nunca había entrado a pasear por su interior.
Le pasaba lo que a muchos, por tener algo tan cerca no dedicaba tiempo a disfrutarlo. Pensaba “algún día de estos sacaré un hueco, cogeré un plano y haré turismo”, pero nunca lo hacía.
Llegaron las vacaciones de Agosto y al fin María tenía un descanso. Por supuesto, no pensaba quedarse sola en la ciudad así que ya estaba planificando una visita a su familia en el pueblo. Pero Jordi, un viejo conocido de Barcelona, la llamó y le preguntó si podría pasar unos días de descanso en Granada con ella.
No quería ser mal educada así que le dijo que sí. La semana siguiente Jordi fue a visitarla y por primera vez María tomó un plano de Granada junto a su amigo. Intentó deducir que rutas debería seguir según lo que otros le habían comentado, sabía que había lugares imprescindibles y, por supuesto, deberían de ir al lugar más emblemático de Granada: La Alhambra.
María se esforzó por aparentar ser una buena guía pero Jordi se daba cuenta de que no tenía ni idea. Se perdía en las calles, no sabía ningún detalle histórico interesante y, en La Alhambra, sólo sabía guiarse por las indicaciones de los carteles.
¡Ni siquiera sabía recomendarle un té delicioso en las típicas teterías de Granada! Jordi estaba muy decepcionado y le preguntó por qué no conocía la ciudad. María solo supo responder que “no había tenido tiempo suficiente”. “Eso es imposible- respondió él- si tu vinieses a Barcelona yo no me perdería en la rambla, te explicaría cuales son las obras de Gaudí y te enseñaría a comprar en La Boquería”.
María se sintió realmente mal cuando Jordi se marchó de nuevo a Barcelona. Él pensó que la próxima vez que quisiera visitar una ciudad se aseguraría de encontrar a un amigo que de verdad supiera qué lugares visitar.”
Texto de Nayara Malnero creado para su trabajo en consulta:
psicóloga y sexóloga clínica
Como ya sospecharás, esta historia nos muestra la importancia de conocer lo que tenemos. Nuestro cuerpo es como nuestra ciudad, todos sus recovecos son importantes pero solo nosotros sabemos cuales nos gustan más, en cuales merece la pena detenerse y sobre cuales se debe explicar algún detalle histórico.
A veces llega un amigo que quiere conocer a fondo nuestra ciudad y si no sabemos enseñársela ambos acabaremos decepcionados. A veces también acusamos al otro de no saber moverse por nuestra ciudad pero él no podría adivinarlo, no es suya sino nuestra la responsabilidad.
Por eso, si queremos disfrutar de nuestras ciudades debemos conocerlas y aprender a disfrutarlas por nosotros mismos. Si no será difícil que alguien acierte al decirnos qué es lo que nos gusta y cuáles son nuestros lugares importantes. Por cierto, ni siquiera tiene porque gustarles La Alhambra a todos los granadinos, ni a todos nos gusta el mismo té y ¿las anécdotas? ¡Ay si yo te contara!
Conclusión: conocer tu cuerpo es esencial para tí mismo y para las relaciones que mantengas con los demás, dentro y fuera de las sábanas.