Este sábado tuve mi primera clase de Pole Dance, compartí algunas fotos en mis redes sociales y han dado bastante que hablar. Por eso, en este post me gustaría contaros mi experiencia…aviso, experiencia que aún tiene mis brazos y espalda doloridos jajaja.
Hace unos meses me enteré de la nueva apertura de una escuela de Pole Dance en Gijón, tal fue mi emoción que estando en la peluquería salí a la calle con la cabeza repleta de papel de aluminio a llamar por teléfono, ¡no me podía creer que pudiesen crear algo así en Asturias!

Pink! Pole Dance abrió sus puertas este mismo mes de Julio y me alegra ser una de sus primeras alumnas. Desde que asistí a un taller de Chiqui Martí hace unos meses me quedé con la espinita clavada y…¡tenía que probarlo!
Reservé mi plaza para una primera clase este sábado por la mañana. Tan solo estaban dos chicas (era la segunda clase de ellas), la monitora y yo. En el aula hay solo 5 barras de modo que las clases son reducidas y personalizadas.
Estuvimos unos 15-30 minutos (es difícil estimar el tiempo sin un reloj, perdón por la inexactitud) de calentamiento y ejercicios. Siempre me he considerado una persona poco flexible y en ese rato me descubrí a mí misma que puedo dar mucho más, un empujón por parte de Estefanía, la monitora, fue la clave.
Después, fuimos repasando las nociones que ya tenían las otras dos alumnas. Yo observaba e imitaba lo que podía, hasta que tocó comenzar a girar y decidí que mis rodillas podrían hacer de airbag…jajaja
Tomé conciencia rápidamente de dos cosas: de que el éxito se consigue con la práctica y de que solo eliminando el miedo a hacerme daño dejaba de hacermelo. «No me sale», lo intento 5 veces más y «vaya, parece que ya sale». «Me voy a caer» y me caigo «venga, una vez más» y ya no me pego el castañazo de antes…

A diferencia de lo que he leído en otros blogs, no me hice ningún daño en mis manos ni me salió ningún callo, todo esto a pesar de que sufro de dermatitis y las tengo especialmente sensibles. Mi ropa no era la más adecuada, utilicé un pantalón corto de algodón y una camiseta de tirantes cuando, en realidad, normalmente siempre he visto practicar pole dance con mucha menos ropa…pero yo ¡discrección a tope!
No me siento especialmente capacitada para este ejercicio aunque creo que en un primer día no se puede determinar. Eso si, me tuve que tomar una aspirina para seguir con mi día a día habitual y hoy todavia tengo agujetas en hombros y brazos (tengo los biceps súper cargados). De todos modos, ¡volveré a intentarlo!
Os animo a todos los asturianos/as a que lo probéis ¿Por qué no? No solo por salud o por probar algo nuevo, sino también para romper tabúes y darnos cuenta de que el Pole Dance forma parte del fitness, no de otros mitos que muchos otros creen.
Hola. La primera clase de pole es siempre muy dura. Pero al final te encantará. 🙂 Suerte y paciencia. 🙂