Para mi que el sexo está sobrevalorado, pero si el amigo Herman Hesse nos decía que casi todo lo que hacemos lo hacemos por las mujeres ¿Quién seré yo, un humilde prescriptor de pastillas, quién le enmiende la plana a tanto sabio?
Así que, yo que no entiendo mucho sobre sexualidad y sólo un poquito de relaciones humanas, os voy a relatar una anécdota real ocurrida en unas urgencias de psiquiatría relacionada con un tema clásico: ¿os gustan más los malotes a las chavalas? Os lo cuento tal y como lo recuerdo.

Creo que en la segunda frase que pronuncia revela su trabajo como actriz porno. Como en este país que encabeza los rankings mundiales de visionado de porno nadie admite estos hobbies yo no fui menos. Seguí la entrevista con cara de póker disimulando mi interés extra por el caso, vamos como si tuviera delante a un contable de oficina.
Teníais que haber estado allí conmigo. Esta mujer que luego averigüé que era muy famosa en el mundillo del porno tenía la cara teñida por el morbo. Una nena tatuada y todo curvas que destilaba vicio por todos los lados aunque sin duda lo más interesante era su discurso. ¿Qué creéis que explicaba?
Tras un primer momento de reproche y desaprobación hacia lo que entendía como un acto estúpido de su pareja, «será capullo, mira que lo habíamos hablado veces», «cómo puede tener celos este bobo», le vino una llantina incoercible de enamorada afligida.
Profundizando en la cuestión parece que el tipo contrariado por algo que ella hacía, sin acceder a su afán controlador, fue lo que precipitó esta conducta suicida: celos e impulsividad. No obstante, lo curioso de la anécdota no sería tanto la escena sino que se repitió la misma historia con el desfile sucesivo de ex-parejas del suicida en cuestión.
Un grupo notable y variopinto de mujeres por lo general bellas y con apariencia de seguridad fueron aterrizando por urgencias con un rictus de enamoradas contrariadas y todas ellas con ese nexo común de haber sido en su momento parejas de nuestro paciente.
¿Y el tipo al que luego conocí? Pues bien parecido, actitud chulesca y seductora, con un historial de conductas disociales en forma de delitos de tráfico de drogas y moviéndose como pez en el agua en el mundillo de la noche. Vamos, lo que toda madre quiere para su hija.
¿Y ellas? Una supervisora de enfermería, una secretaria de dirección de recursos humanos y un par de empresarias del mundo de la noche. Todas ellas viajadas y con muchos tiros pegados.
Conclusión y sin tirar de literatura científica: es evidente que para algunas mujeres los malotes son un imán de atracción irresistible y salvo mantenerse a raya nada parecen poder hacer para mantenerse a salvo de sus encantos.
Nos valdría por tanto la frase coloquial de «Manolete, si no sabes torear a qué te metes».
Ya diréis que os parece y debatimos sobre ello.
Post invitado: de José Manuel Arcega, médico – psiquiatra en el Instituto de Trastornos Alimentarios (ITA- Barcelona) Autor de www.doctorarcega.com
Sin duda, entre líneas hablamos de relaciones de igualdad y autoestima. Mientras tanto, recordamos un antiguo post llamado ¿Por qué a las mujeres les gustan los chicos malos?