Hoy una vez más, en el patio de uno de los colegios en los que trabajo, escuché entre risitas la siguiente frase «Si es que las chicas somos mejores que los chicos«…
En lugar de soltarle algún sermón sexológico a la niña, me paré a pensar (he de admitir que también hacía demasiado calor para tener ganas de moverme demasiado): ¿Está en lo cierto o se equivoca? ¿Acaso somos comparables? ¿En qué se está fijando ella para afirmar tal cosa?
Hombres y mujeres compiten en distintas áreas de su vida casi constantemente, a nivel laboral, en el hogar, en su imagen, sus responsabilidades…pero ¿quién y en qué ganamos cada uno?
La humanidad se ha empeñado a lo largo de la historia en buscar diferencias y semenjanzas entre hombres y mujeres; uno de Venus y otro de Marte; el sexo fuerte y el débil; unos los cazadores y otras las cuidadoras…Así hasta el infinito.
La única conclusión a la que puedo llegar por mi misma es que tenemos tantas similitudes como semejanzas, el problema es que no somos comparables porque somos diferentes ¿o acaso compararíamos peras con manzanas?
Durante mi carrera estudié que las mujeres somos más hábiles en la comunicación y el lenguaje, sin embargo los hombres lo son en capacidad espacial y orientación. ¿Cual de las dos cosas es más importante? Depende de si estás en un mercado o perdido en el bosque ¿no?
También es habitual la conversación en la que un hombre dice «qué horror tener la regla todos los meses» y la mujer responde «pues tener eso colgando todo el día…» He de admitir que me encanta este momento de la conversación, simplemente porque cada sexo es capaz de rebuscar en sí mismo para presumir de aquello en lo que quizás nunca antes se había parado a pensar.
Somos diferentes y por eso nos atraemos, nos gustamos, nos amamos.
Aquí os dejo una canción de El Chojin relacionada con este tema. ¡Qué artista!
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