La educación sexual es considerada, actualmente, una de las áreas transversales en la educación básica de cualquier estudiante dentro del curriculum obligatorio. Transversal significa que, como muchas otros contenidos básicos (alimentación, higiene, educación vial, etc.) no se contempla como una asignatura estipulada (como por ejemplo, matemáticas o ciencias naturales) sino como contenidos que irán abordándose poco a poco y progresivamente en paralelo al proceso educativo.
Podemos pararnos a pensar ¿qué diferencia existe, en cuanto al proceso de enseñanza-aprendizaje, entre estas materias transversales y las asignaturas troncales? Existen muchas diferencias pero, en cuanto a mis intereses, una es la principal: Las matemáticas, la literatura, la química…todas son materias que requieren de una enseñana explicita y consciente por parte de un profesor, cosa que no ocurre con los contenidos transversales.
Todos y todas, lo deseemos o no, consciente o inconscientemente, estamos ejerciendo continuamente de modelos (y, por lo tanto, de agentes educadores) de cómo debe uno asearse, vestirse, cruzar la acera y, por supuesto, también cómo debe de ser y de comportarse como hombre y como mujer.
Por esto, la educación sexual, como muchos otros contenidos, forman parte de “la escuela de la vida”, todo el mundo nos resulta un modelo constantemente. Pero ¿es esto suficiente?
Ya las instituciones educativas se han dado cuenta de que no, sino ¿para qué servirían esas maravillosas “charlas” sobre educación sexual? En ellas, se abordan básicamente dos temas: métodos anticonceptivos e infecciones de transmisión sexual. Dos tipos de contenidos en los que es necesario que alguien experto dé una explicación (ya no solo sirve el modelo, dificil de encontrar para este caso)
A modo de ejemplo, aquí os dejo como podrían ser, en resumen, los contenidos de una de estas sesiones en un instituto:
1. Los métodos anticonceptivos
2. Las infecciones de transmisión sexual
Ahora, queridos lectores, me gustaría que os tomáseis un minuto para recordar vuestra charla sobre educación sexual en el instituto (si es que tuvisteis suerte de tenerla) La mía la recuerdo perfectamente, vinieron unos voluntarios con una idea clarísima: tenían que conseguir que aparcasemos los coitos (para no correr riesgos de embarazo) y optásemos por otras alternativas como, por ejemplo (y aquí hicieron un gran énfasis) el sexo oral (y no, no nos explicaron que mediante el sexo oral también se transmiten infecciones y debíamos usar preservativo…todo un show)
¿Qué os parece? ¿Son realmente útiles estas charlas? ¿Es verdaderamanete efectiva la información que se brinda en estas sesiones? La respuesta de muchos de vosotros seguramente sea no. Y es que, como muchos expertos del aprendizaje saben, la información por sí sola sirve de poco.
¿Por qué? Porque no obtiene aprendizajes realmente significativos que sirvan a las personas y cambien sus conductas de riesgo en el futuro. Para que una información nos sirva realmente debe guardar relación con nosotros, tiene que estar relacionada con nuestras vidas, nuestras conductas y nuestros sentimientos.
Precisamente, una nefasta forma de relacionar emociones y aprendizaje en la educación sexual fue instaurada hace décadas a través del miedo. Consiguiendo que la gente tuviese miedo al SIDA se protegerían más. No es de extrañar que la venta de preservativos se disparase a principios de los años 90.
Pero el miedo pocas veces es una buena arma educativa. Por ello ahora de aboga por la sexualidad positiva y la salud, que es cómo siempre debería hacer sido.
Para que un aprendizaje sea relevante y significativo para alguien, en este caso, para que aprenda a decidir de forma responsable sobre su salud sexual, es necesario que el tema suscite su interés, que se vincule con sus actitudes, emociones y comportamientos.
Es importante que desde pequeños todo lo relacionado con nuestra sexualidad se aborde como un tema más, natural. Que podamos preguntar y ser respondidos con sinceridad. Que nos hagan ver que los métodos anticonceptivos no son algo extraño, porque los hemos visto y tocado, porque hemos practicado a colocar un preservativo, por ejemplo. Que nos muestren realmente que las infecciones de transmisión sexual no son algo marginal, que al vecino le salió una llaga el otro día y no fue por caerse de la bicicleta.
Con Sexperimentando, intento hacer llegar toda esa información de una forma que suscita interés a los jóvenes: internet y los videobloggers. La información por sí sola podemos encontrarla en muchos sitios pero ¿nos interesa realmente? ¿la recordaremos mañana?